Las personas sordas NO son sordomudas. Sordomudo es
un término peyorativo y, como tal, incorrecto que resulta molesto. Y
es que tradicionalmente se pensaba que una persona sorda
«aparentemente» era incapaz de comunicarse con los demás. No es así
ya que pueden comunicarse a través de la lengua de signos y
también de la lengua oral (en su modalidad escrita,
hablada y cada cual en función de sus habilidades).
La lectura labial es una habilidad. Se puede aprender pero no todas
las personas sordas pueden leer los labios de la misma manera ni
todos los contextos son propicios para ello. Es un mito extendido
considerar que todas las personas sordas pueden comunicarse
perfectamente gracias a unas dotes increíbles para la lectura
labial. No es cierto. La lengua oral está concebida para
percibirse por el oído y no por la vista. Hay muchas
situaciones que impiden o dificultan hacer una buena lectura labial,
como la falta de luz, la mala vocalización, posturas y posiciones de
quien nos habla, la velocidad, el mayor o menor conocimiento de la
lengua oral, etc.
Por otro lado, una persona sorda no tiene porqué oír o entender lo
que se le dice por mucho que se chille.
Con respecto al uso de los términos personas sordas o personas con
discapacidad auditiva, se suelen utilizar indistintamente tanto en
la legislación como a nivel social. No obstante, desde las entidades
asociativas de la CNSE se utiliza más a menudo “personas
sordas” en consonancia con la terminología acuñada por
la Unión Europea de Personas Sordas (EUD) y Federación Mundial de
Personas Sordas (WFD).